Nada mejor
que inaugurar el blog con una crónica de una salida que se hizo hace unos días,
y a nada menos que uno de los lugares más majestuosos e imponentes de Nuevo León,
los cañones de la Huasteca, con esto doy por hecho la primera entrada del blog
Expediciones por las sierras.
Viernes 5
de julio de 2013
Hora: 00:24
Hora: 00:24
Salimos
tarde, muy tarde de Monterrey, con solo un colega y yo decidimos embarcarnos en
la exploración a la Huasteca, era obvio que de noche sería bastante sospechoso
ir esos lugares, y más porque son lugares que la gente no frecuenta. Apenas
llegamos a la entrada del parque, de manera rutinaria los policías municipales nos
observan, detienen, y nos dan el pase,
así sin más preguntas, quizá por los logotipos de la camioneta, o
porque simplemente no representábamos sospechas ante esas autoridades. En
cuanto llegamos a la quinta y con el equipaje recién sacado, olvidamos una
herramienta fundamental en todo campismo: un encendedor. De manera que, teníamos
dos opciones: asumir el error y olvidarnos por completo de comida caliente, o
regresar e ir a comprar un par de encendedores a fin de escarmentar a la
próxima explorada. No fue difícil decidir, por lo que regresamos a por unos
encendedores, cabe destacar que el trayecto es de 15 minutos por cada entrada o
salida que se haga a la Huasteca.
Una vez que
regresamos de nuevo, empezamos a caminar a la 01:22, ya era bastante tarde, no
había luna por lo que forzosamente era necesario usar linternas, y para rematar
era obvio que no íbamos a caminar 4 horas hasta llegar al campamento base, por
lo que, solo caminamos una hora, y decidimos acampar en un lugar improvisado. De
noche el camino era bastante singular, solo estábamos cubiertos por un cielo
estrellado, pero había algo singular en el cielo, podíamos observar la vía láctea,
lo que más nos llamaba la atención era que la vía láctea estaba en medio del
cañón, sin ningún ángulo que la distorsionara, era un evento muy poco usual.
Ya que establecimos
el campamento, el lugar era agradable, el suelo era arenoso por lo que al
dormir no tendríamos problemas, con excepción de uno que otro mosquito latoso,
de ahí en fuera era un gran lugar para dormir. Ya que acomodamos todo, solo
contamos algunas historias, algunas anécdotas por las sierras, recuerdos y
demás.
Por la
mañana ya eran las 08:54, guardamos todo el equipo, desayunamos ligero, y
seguimos andando por el cañón, esta vez no descansaríamos hasta llegar al
campamento base. En el camino podíamos observar las grandes formaciones del
cañón, tan majestuosas y enaltecidas, tan recientes y sin apenas erosión, era
inevitable pensar que estábamos caminando a lado de gigantes de caliza.
El camino estaba
húmedo, las recientes lluvias habían dejado cauces y gran parte de estos el
sedimento estaba removido, las rocas que se encontraban en las paredes del
depósito continental eran de
aproximadamente varias toneladas, aun así estas cayeron dejando en evidencia el
resto del sedimento donde estaba alojada. La temperatura era bastante agradable,
con el sol de la mañana, era de agradecer que siguiera así por unas horas más.
Más adelante del cañón, teníamos que atravesar en algunas ocasiones vegetación
submontana, esto incluía nopales, cactáceas, agaves, entre otras plantas punzantes,
aun así, no era un obstáculo suficiente como para atrasarnos. Algo que me llamó
la atención fue la enorme cantidad de mariposas verdes que aparecían por él
camino, esas mariposas pertenecen al grupo de los piéridos (Familia: Pieridae),
algo que caracteriza a estas mariposas es que su vuelo es bajo y corto, pero
sin lugar a dudas, hacia agradable la exploración.
Llegamos a las 11:39, para nuestra sorpresa el campamento base no había cambiado mucho, con excepción de la toma de agua, su superficie estaba llena de sedimento, así que era necesario removerla y esperar a que se sedimentara, así era como podíamos recargar agua. Aun teníamos varias horas antes de empezar el trabajo, aprovechamos para comer fuerte, y descansar un rato, ya que nos esperaba mucho trabajo por hacer.
Ya eran las
14:03, ya habíamos comido y descansado, así que levantamos el campamento,
fuimos por las herramientas, y dejamos algunas cosas que solo nos harían peso, habíamos
que marchar. Ya en el camino, nos topamos con huellas de oso, no sabíamos la
datación exacta, pero esas huellas debían tener menos de 24 horas, lo que
sugiere que este parque contiene fauna de peso considerable, eso claro si
tomamos en cuenta que los osos negros tienen una dieta muy variada, en su mayor
parte vegetación, sin embargo también se alimentan de mamíferos, aves y
reptiles, así como de carroña.
Huella de oso negro (Ursus americanus) |
Seguimos el
camino, al principio íbamos al margen del riachuelo seco, pero en una parte del
camino decidimos subir por la ladera noroeste, ya estábamos en Agua del Toro. Mi
colega estaba divisando el punto de trabajo, desde una meseta que vio, mientras
que yo veía el horizonte, la vegetación era verde gracias a las recientes lluvias.
Seguimos avanzando por la ladera, esta era algo peligrosa, ya que mucho del
matorral submontano fue devorado por el sobrepastoreo, dejando la ladera apenas
arbustos y árboles de dónde agarrarse, más de una vez pisé tierra suelta, solo
veía como la tierra y las rocas caían al vacío, la sensación de caerse es
grande, pero teníamos que seguir.
Llegamos al
lugar de trabajo, mi colega empezó a hacer el perímetro, me indicó que hiciera
algunas cosas. Algo que agradecí bastante es que el día estaba nublado, por lo
que hacer eso no estaría tan pesado. Para cuando terminamos ya eran las 20:33, ya
quedaba poca luz, y no terminamos el trabajo, por lo que tendríamos que
continuar mañana, dejamos las cosas y nos regresamos.
En el
regreso nos alcanzó la noche, afortunadamente cuando llego la noche ya estábamos
a 50 metros del campamento base, habíamos acortado tiempo ya que subimos a la
cima de la ladera y después bajamos, lo único inusual de todo el camino es que,
tanto mi colega como yo, escuchamos el canto de un ave que jamás habíamos oído,
solo lo hizo una vez, no duro más de 4 segundos, después el escuchó el timbre
de un celular, pero yo no lo escuche, quizá había habitantes en la cabaña, ya
que el camino nos dirigía a ese lugar. En cuanto llegamos a la cabaña, no había
signos de que alguien viviera, tocamos a la puerta, pero nadie contesto, la
única actividad presente éramos nosotros y el grupo de vacas asustadas.
Llegamos al
campamento base, y en seguida mi colega hizo la fogata, empezamos a sacar la
comida, aperitivos varios, y el agua. Contamos algunas historias y libros que
nos habían parecido interesantes, pero ya era de noche, y tuvimos que
descansar, nos quedaba pendiente los animales. Esta vez no estábamos en suelo
arenoso, ahora estábamos sobre una roca firme de... lutita? Sea cual fuere, era
demasiado incómodo para dormir, yo estaba acostado como si fuera una S, pero al
parecer mi colega pudo encontrar un mejor lugar.
En la
mañana me levanté y me di cuenta de algo, había avanzado 40 cm de donde me dormí,
estaba algo cerca del agua, lo que me alegra haberme despertado. Mi colega
aparentemente seguía dormido, aproveché ese momento para ir por más leña. Encendí
la fogata y ya mi colega se levantó, volvimos a comer. Algo de lo que me daba
cuenta por insignificante que sea, era la cantidad de insectos acuáticos que
hay en esa parte: nadadores de dorso (Notonectidae), zapateros (Gerridae), ninfas
de libélulas (Libellulidae), hidrofílidos (Hidrophilidae), molinillos
(Gyrinidae), depredadores de agua (Dystiscidae), rizadores (Veliidae) y chinches
acuáticas (Belostomatidae). Estos insectos son buenos indicadores de la calidad
de agua, lo que sugiere que su presencia es que el agua es potable y buena,
aunque es relativo, ya que también pueden vivir en estanques o cuerpos de agua
aislados, y la calidad de esta no siempre es buena, lo mejor es beberla desde
el nacimiento de esta.
Chinche acuática (Belostomatidae) |
Terminamos
de comer, recargamos agua, y de nuevo emprendimos el camino a Agua del Toro, de
nuevo teníamos que pisar con cautela, el suelo seguía algo suelto. Finalmente
volvimos a emprender el trabajo, esta vez nos tomaría menos tiempo del
esperado. En cuanto acabamos, empezamos por guardar las herramientas, lo que no
podía evitar era ver el cañón, desde esa parte se podía divisar a cualquier
sujeto o animal que anduviere por el arroyo seco.
Entonces
regresamos al campamento base para finalmente descansar, comer por última vez,
acomodar el resto de las herramientas, e irnos. El regreso estuvo bien, ya que veíamos
de día los grandes cañones y la vegetación que cubre a algunos de ellos, en
algunas ocasiones era posible observar individuos completamente aislados, ese
es el caso de los pinos, llegamos a ver uno solo en toda una ladera, lo que a
veces indica que sus poblaciones van siendo relictas, y que además la misma
conformación del cañón hace que haya este tipo de comportamiento poblacional.
Seguimos
caminando y seguía observando los cañones, seguía maravillado por las
escarpadas y desgastadas formas, donde antes el agua fluía tajantemente, de ahí
el porqué están tan labrados esos cañones, hubo partes en que, me quedaba
algunos minutos observando las paredes de los cañones, especialmente “El teatro”,
siempre que paso por esa sección nunca dejo de echarle un vistazo a tan
monumental forma.
Y he de
reconocer que tome tantas fotos como pude, hasta hacer un especie de escaneado
fotográfico, algún día uniré todas las fotos hasta hacer una sola imagen, el
resultado probablemente sorprenda.
A mitad de
camino nos íbamos encontrando de todo, desde avispas tarantuleras gigantes
(Familia: Pompilidae), lagartos espinosos (Sceloporus sp.), serpientes
asesinadas por humanos, acto seguido de escarabajos viviendo en cadáveres (Silphidae),
pero una sorpresa le deparó a mi colega, y era un fósil de ammonita –Son los
regalos que nos da la montaña– dijo, mientras que yo veía la ammonita, y por
supuesto no dude en tomarle fotos, algo que me recomendó mi colega es que
pusiera la cinta de medir, cosa que agradezco.
Algo que me
molesto fue que la gente usara vehículos 4x4 para subir rocas mucho más altas y
verticales que el propio vehículo, la actividad del jeepeo no me molesta, por
el contrario me gusta bastante, lo que me molesta es que no se tenga conciencia
ambiental de que hay lugares para hacerlo, y el cañón de San Judas no es precisamente
el indicado para eso.
Y por fin
llegamos a la camioneta, ya eran las 20:12, quedamos un rato observando la
sierra, como si nos despidiéramos de ella para finalmente partir, e irnos con
una sonrisa de haber estado en la sierra que nos acogió y nos recibió de buena
manera. Con esto quiero decir que debemos
tener respeto por la sierra, que no es cualquier lugar para tirar barra o
usarla para sentirte superior, es un gran lugar por explorar y descubrir lo que
ofrece en su inmensidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario