Hora: 15:52
Por causas ajenas, tardamos algo en llegar (especialmente
por víveres), pero al fin, nos embarcamos a la expedición, en esta ocasión el
objetivo era hacer una expedición a la Sierra Urbano a explorar una cueva que
le llamó la atención a mi colega.
En el trayecto, mi colega iba algo rápido, pero la situación
lo ameritaba, especialmente porque solo teníamos 5 horas de luz, así que las teníamos
que aprovechar sí o sí, tal era la situación, que el resultado era que casi nos
estampamos contra otro vehículo, afortunadamente no pasó a mayores salvo una
advertencia de ese tipo.
Después nos adentramos a Guitarritas, el paisaje era
tremendo por todo el cañón, aunque, los pliegues de la misma sierra daban una
forma laminada. Llegamos al rancho "Los Rodríguez", mi colega habló con
el ejidatario, buena gente, al parecer viene mucha gente al Cañón Las
Escaleras, y aunque según él, la gente que viene generalmente no deja basura, o
si la deja, es en un contenedor donde está saturado de botellas de plástico, lo
que en lo personal me alegra en cierta medida, pero por favor, si van a traer
alimentos o botellas con agua, llévenselos, es responsabilidad tuya tirarlas en
donde se debe.
Nos despedimos del ejidatario, nos dio acceso al camino,
todo el trayecto era bastante imponente, era algo parecido a lo que vimos
atrás, los pliegues de la sierra, seguían hasta perderse de vista.
Después pasamos por una parte del Cañón el Montoso, era
imponente la formación, a diferencia de las formas de la entrada al Parque de
la Huasteca, estás tenían más vegetación, la vida se abre camino aun y cuando
el ambiente se vea inhóspito.
Hasta nos topamos con un ejido llamado Loma Alta, este
participaba en el programa Pro-Árbol, por el pago a servicios ambientales, de
igual manera, era bastante bueno saber que al menos se siguen promoviendo
proyectos de este tipo.
Finalmente llegamos al lugar base, bajamos el equipaje,
observamos la Sierra Urbano, y emprendimos la marcha por la exploración,
motivados por la curiosidad de seguir conociendo lo que ofrece la Gran Sierra
Plegada.
El único detalle fue que no llevé una mochila adecuada para la ocasión, y más porque me llevé unos duritos cosa que no cabían en mi mochila, así que me los llevé a mano por todo el camino. Mas adelante, nos encontramos con otro ejidatario, mi colega habló con él durante algunos minutos y después seguimos. Durante el recorrido, pasamos por las formas del cañón, algunas de las formas estaban tan labradas por el agua, que parecía como si alguien hubiera utilizado una lija, como era de esperar la textura es bastante lisa, algunas otras bastante curiosas, como ver rocas gigantes en medio de un canalillo, como si estas levitaran sin esfuerzo alguno.
El único detalle fue que no llevé una mochila adecuada para la ocasión, y más porque me llevé unos duritos cosa que no cabían en mi mochila, así que me los llevé a mano por todo el camino. Mas adelante, nos encontramos con otro ejidatario, mi colega habló con él durante algunos minutos y después seguimos. Durante el recorrido, pasamos por las formas del cañón, algunas de las formas estaban tan labradas por el agua, que parecía como si alguien hubiera utilizado una lija, como era de esperar la textura es bastante lisa, algunas otras bastante curiosas, como ver rocas gigantes en medio de un canalillo, como si estas levitaran sin esfuerzo alguno.
Mi colega me dijo sobre unas formaciones que le
llaman “La Ciudadela”, quedé extrañado por el nombre, pero en cuanto llegamos
supe porque le decían así, realmente se considera que es más del depósito continental, solo que
demasiado desgastado, ya que nos es roca como tal. Aun así pasar a lado de esas
formaciones daban una sensación rara, como si una civilización antigua las haya
hecho, pero que algo pasó para que hayan dejado esas construcciones naturales ahora en
ruinas.
Más adelante, había partes del camino donde se hacía más
estrecho el cañón, a tal grado que cualquier claustrofóbico se pondría tenso, y
para empeorarlo mi colega me menciono que llegan a desprenderse secciones del
depósito, lo que se traduce en toneladas de sedimento cayendo sobre el camino.
Y vaya que no estaba errado, ya que me mostró una sección
desprendida del mismo completamente reciente, me contó que el sedimento
acumulado llego a una altura aproximada de 11 mts, por supuesto después del Huracán
Alex parece que se lo llevó, ya que no vimos rastro alguno del mismo. Reconozco
que esa parte del camino me gustó bastante, y aun nos faltaba. Llegamos a otra
parte que mi colega le llama “El Altar”, y bien que queda, en esta parte asoman
tres pedruscos, donde claramente podíamos observar las marcas de la
crecida rodeaban a los pedruscos, lo que uno pensaría si el agua sube de manera
muy considerable, es usarlas para salvar tu vida. No pude evitar pensar que también fuera usado para ceremonias o
rituales de cacería, sin pensar si realmente han pasado por aquí los antiguos
nativos del noreste.
Luego de atravesar el estrecho, salimos por fin a una zona
abierta del cañón, que más que cañón parecía valle, aquí noté que la vegetación
cambio algo, pasamos al matorral desértico. Decidimos descansar a 200 metros de
la salida del estrecho, aprovechamos para comer algo, la vista era increíble desde
ahí, así que no dudamos en aprovechar para tomar fotos de esa parte, y observar
el horizonte. Estábamos frente de la Sierra Agua del Toro, desde ahí también
vimos las poblaciones de pinos, aunque los pinos de la cumbre están muertos,
sin embargo debajo de la cumbre la población parecía más saludable, aunque mi
colega diviso tres manchones marrones en esa parte, lo que indica muchas cosas, que
los suelos ya no estén siendo fértiles para ellos, que el cambio climático los
esté afectando, o que la población esté cayendo por acción del escarabajo descortezador
(Dendroctonus sp.). Sea cual fuere,
es algo triste ver eso, y más en árboles como los pinos, que no se ven muchos
por el Área Metropolitana de Monterrey.
Terminamos de comer, y proseguimos con la expedición, cada
paso era más notorio el cambio en la vegetación, llegamos a un punto en que
pasamos al matorral rosetófilo, donde predominaban: agaves, yucas, cactáceas,
sotoles, candelillas, ocotillos, en fin, las plantas de ambientes semiáridos.
Las plantas aquí daban otro aspecto, como si nadie visitara esas sierras, y
fueran completamente desconocidas para el resto de la humanidad, esperando
quien las recorra, y ahí estábamos mi colega y yo, explorando la sierra.
En el recorrido, hablábamos de otras cosas, cuando el recordó
que por donde andábamos estábamos más adelante del objetivo, que era la cueva
que él había divisado, nos retornamos, afortunadamente no avanzamos mucho, y ya
puestos, pues nos pusimos las polainas, divisamos un par de lugares base como
mesetas y cañadas donde la subida podía ser más amable, y empezamos a subir la
ladera. He de confesar que la subida fue difícil, y no porque tenga pésima condición, sino porque de plano la ladera es algo inclinada, más un suelo
pedregoso, era igual a caídas frecuentes, en una de esas estuve a punto de caer
frente a una lechuguilla, por suerte no paso a mayores salvo unas cuantas cortadas
en los dedos. Mi colega seguía divisando la cueva, y yo solo la podía ver desde
la falda de la sierra, era grande, y muy probablemente de acceso difícil, pero seguíamos
sin parar, con excepción de tomar algunas fotos, y al frente teníamos un izotal,
es decir un bosque de yucas.
Estaba cayendo el atardecer, ya eran las 20:41, aun teníamos
algo de luz, por lo que seguimos avanzando, al frente teníamos a la Sierra Agua
del Toro, se veía imponente desde donde estábamos.
Y que decidimos parar, ya que ya eran las 21:01, la luz que
quedaba era del crepúsculo, mi colega observó detenidamente la cueva, vio algo
que no estaba contemplado en el plan: una serie de cañadas, laderas muy inclinadas
y una pared que cubría la entrada, lo que dificulta mucho su acceso. A decir
verdad, no creímos que tuviese esa serie de formas, no teníamos cuerdas, equipo de rapeleo, la noche ya estaba
a minutos de serlo, el riesgo era alto y dado las condiciones tanto ambientales
como con nosotros, decidimos retornar…
Por esta ocasión, la serranía nos hizo retroceder de manera
que considero honorable, creemos que fue la mejor decisión tomada, saber cuándo
hay que retroceder y reconocer que la sierra es La Sierra.
Finalmente nos pescó la noche, bajando las laderas, entre
matorral espinoso y rosetófilo, más algunos resbalones de parte de la
inclinación, pues lo confieso, fue divertido =). Llegamos al cauce seco,
decidimos descansar y comer por última vez. La noche llego, ya eran las 21:53,
así que estuvimos media hora descansando, antes de emprendernos al regreso. La
media luna era bastante hermosa, el paisaje lo iluminaba aun cuando no estaba
completa. Las estrellas eran por otro lado increíbles, solo cuando te alejas de
la ciudad, las puedes ver casi por completo, y esa noche no estaba nublado, de
manera que teníamos un techo de estrellas, lo que hacía agradable la vista.
Después de comer unos duritos, emprendimos el regreso a la
camioneta, caminamos bajo la luz de la luna, sin necesidad de usar linternas,
hubo ocasiones en que nos encontrábamos con perros de rancho. No paramos hasta
llegar al estrecho del cañón, nuevamente pasamos por las desgastadas formas,
por los inminentes depósitos continentales, los riachuelos, en fin. Ya que
llegamos a la camioneta ya eran las 00:11, a lo lejos podíamos vislumbrar un
grupo de caballos, luego acomodamos las cosas, y nos regresamos a la ciudad, no
sin antes ver por última vez a La Sierra, en su monumental forma, imponente y maciza,
como si nosotros hubiéramos hecho una peregrinación por la sierra, nos
despedimos de ella.