jueves, 19 de enero de 2017

La Soledad, N.L.

Fecha: FEB/2/2016
Expedición: La Soledad, García

Hace algunos meses habiamos ido a esta parte de García que hasta entonces desconociamos mi amigo y yo. Nos enteramos de ese lugar gracias al profesor Oscar de León quien nos platicó del lugar, el cual era un ambiente desértico, rodeado de montañas bajas, el cual tiene un arroyo que siempre está activo, con mayor o menor caudal dependiendo de la temporada del año, pero siempre presente el agua. A como nos platicó, era un lugar fascinante, especialmente por estar muy alejado de la civilización, y daba la sensación de que era un lugar abandonado donde ocurrieron hechos que pocos saben de ello de acuerdo al registro histórico. No conforme con eso, también nos mencionó sobre la existencia de petrograbados de los antiguos habitantes del noreste mexicano, sí, esos antiguos nativos que solo quedaron en la historia de Nuevo León, nos menciono que eran demasiados, él no tenia la certeza de cuantos eran, sino que solamente eran bastantes petrograbados en la zona. Por tal motivo, decidimos hacer una planeación para ir a ese lugar alejado de las influencias humanas actuales.


Decidimos que era más conveniente planear la salida en la mañana, asi que nos vimos a las 8:00 am en el hospital universitario, y de ahi emprendimos a la salida. Estabamos algo emocionados por lo que nos contó el profesor, aunque también nos recalcó más de una vez que llegar a esa parte requeriria de 2 horas y media de camino de ida, y otras 2 horas y media de vuelta, invirtiendole en total 5 horas solamente a pie. Advertidos ante la cantidad de horas a invertir, decidimos ser eficientes en cuanto al tiempo (aunque esto último no se cumplió del todo, especialmente por la cantidad de sorpresas que nos aguardó el camino).
Pasadas las 9 am, llegamos a Icamole, una comunidad del municipio de García con mucha historia para tan olvidado poblado (fue uno de los tantos lugares en donde ocurrieron feroces combates entre las fuerzas del general Díaz y el general Quiroga). De ahi el profesor dejo su vehiculo dentro de la tienda de un conocido suyo, estuvimos hablando con el y de que era a lo que ibamos. Pasando la breve plática, iniciamos con la expedición a la Soledad. Empezando porque veiamos a los ejidos y ranchos del lugar, antiguas casas de adobe, algunas en evidente estado deteriorado, y otras conservadas gracias al impetu de sus dueños.
Luego atravesamos el arroyo Salinas, y fue ahi donde realmente empezó la aventura, ya que a menos de 100 metros encontramos los primeros petrograbados. Por supuesto el recorrido era largo y pararnos a apreciar los primeros petrograbados, sobre todo mi amigo Raul, quien es bastante devoto por la arqueología, hace la respectiva escala para la toma de fotografias. Al apreciar los petrograbados, te das cuenta de que efectivamente es un arte entre abstracto y simplificado, expresado en la cosmovisión de los antiguos habitantes, qué habran pensado para hacer dichos petrograbados? Porque eligieron ese lugar? Entre otras incognitas que se me venían a la mente, mientras tanto el profesor nos decia que en realidad eso solo era la punta del iceberg, realmente lo que nos aguardaba era algo más grande que lo que estabamos observando en ese momento, por lo que mi amigo se apresuro en sus menesteres y continuamos con la expedición.


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Petrograbados en una roca de arenisca

Al seguir con el recorrido, nos topamos con una ruina de lo que parecia ser la pared de una presa, era evidente el estado de abandono de dicha "pared", asi que solo nos limitamos a rodearla y seguir con lo nuestro. Durante la caminata, nos encontrabamos con diferentes cosas, desde fósiles de moluscos hasta la típica basura de la gente. Lo cierto es que este camino es muy traicionero, la mayor parte es desértico, con abundantes matorrales espinosos, además de que el camino es muy entramado y rodeado de cerros de difícil acceso, lo que te deja un efecto mental de "matorral e incertidumbre", por lo que no es de extrañar que la gente se pierda si se adentra a los cañones de Icamole. Para nuestra fortuna, los mismos locales ponen marcas en las faldas de los cerros a las que llaman "chorritos", básicamente es una linea vertical en donde se ve la remoción de la cubierta vegetal en un corto tramo, ideal para divisarlo desde la lejanía, y sobre todo para saber a las direcciones a visitar. En fin, la mayor parte del camino es irregular, suelo suelto, rocoso o arenoso, también invadido por el matorral espinoso, especialmente de chaparros prietos (Vachellia rigidula).
Ya siguiendo el camino, el profesor nos contaba algunas historias locales mientras nos desplazabamos por el cañón. Como dije anteriormente, es muy fácil perderse dentro de este complejo de lomas y montañas, asi que en varias ocasiones el profesor nos pedía que subieramos a lo alto de las lomas y le dijeramos que estabamos viendo, solo para cerciorarse de que estabamos siguiendo el camino.

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Tipico lomerio bajo con arbustos espinosos. A la izquierda un chaparro
 prieto (Vachellia rigidula) floreciendo.

La mayoría de las plantas presentes estaban floreciendo, entre ellas la gobernadora (Larrea tridentata) con su característica flor amarilla, y algunas cactaceas. Cabe destacar que el ambiente tenia un aroma muy caracteristico y agradable, olor al pólen de las flores, especialmente de las numerosas gobernadoras floreciendo. Por lo demás, tanto Raul como el profesor no paraban de hablar acerca de las historias que habian pasado en este enorme complejo desértico. No fue hasta que el profesor divisó una enorme saliente rocosa, y de inmediato me pidio que subiera dicha saliente para ver si divisiba alguna antigua construcción española. Pues bien, haciendo caso y subiendo como pude, logre subir hasta cierto punto de dicha saliente, he de reconocer que durante la subida me tope con bastantes petrograbados, especialmente representaciones de astas de venado, lo que sugiere que para estos antiguos habitantes les era muy común el observar a los venados, tal es el caso que los cazaban y empleaban sus pieles para cambiarlos por otras cosas que consideraran de igual o más valor (de acuerdo a sus conveniencias). En fin, subi hasta que era lo suficientemente alto como para observar todo el panorama, y en efecto era bastante amplio y enigmatico dicho lugar, la frase anteriormente descrita como "matorral e incertidumbre" daba su razón de ser, ya que nos encontrabamos en un lugar en el que es muy fácil perderse. Para esto el profesor me pidio que observara y agudizara la vista para divisar las ruinas de casas de adobe, y por supuesto las pude divisar a lo lejos algunas ruinas de color café claro, la coloración de las casas de abobe, deterioradas con el paso de los años, y que sin duda alguna, le dan un ambiente muy especial. Ruinas abandonadas de menos de un siglo era lo que veía desde mi posición, cerca de 200 metros de distancia, avisé a ambos que se encontraba cerca de nosotros. Ni tardo ni peresozo, emprendimos la siguiente caminata hacia dichas ruinas, solo que no contamos conque para llegar alla, nos aguardaba algunos por menores, entre ellos, mezquites con ramificaciones tan enmarañadas como la mente criminal, asi como numerosos nopales y arbustos espinosos, sin contar conque el paso era exclusivamente para el ganado local, no habia senderos hechos por humanos para llegar a dichas ruinas, lo cual se nos hacia raro, aun asi teniamos que pasar por todo ese camino plagado de obstaculos.

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Ruinas de adobe de lo que quedo del rancho La Soledad.

Despues de pasar por espinosos caminos, al fin llegamos a lo que era la entrada a esas ruinas, aunque claro todos sufrimos las envestiduras del matorral xerofilo (ropas rotas, calzado atravesado por espinas super gruesas, microespinas ancladas en las yemas de nuestros dedos, entre otras linduras). Finalmente llegamos a las ruinas, y como su nombre le hace honor "La Soledad", un lugar sumamente abandonado, donde hubo alguna vez actividad humana y que sin duda alguna era más pintoresco de lo que actualmente se ve. Las casas por supuesto en ruinas, con algunas paredes y techos colapsados, sin puertas más que las bisagras aun ancladas a la pared, y las vigas que actuaban como soporte en los techos de las casas ahora bajo suelo. Esto sin duda alguna tenia mucho tiempo de no ser atendido ni por los propietarios de esa hacienda, aunque no es de extrañar ya que para llegar a ese lugar tienen que atravezar y caminar 2 horas y media entre terreno de dificil acceso y largos tiempos de exposición al sol (el arbolado es casi inexistente, recordemos que estamos en un ecosistema desértico con vegetación mayoritariamente de matorrales).
Llegados al lugar, comenzamos con la exploración, con la toma de fotografías, escalas y demás. Por lo que podiamos observar el lugar era pintoresco, y posiblemente era más alegre y con más poblacion de lo que podíamos ver, aunque claro el resto ya eran solo ruinas de casas de adobe abandonadas, con el tiempo le daria toques de misticismo como cualquier lugar abandonado. Las casas son de color café crema. El maestro nos habia dicho que hace por lo menos 10 años poseian techos, y que en ellas se resguardaban para acampar. Estuvimos varios minutos vislumbrando el paisaje pero llego el momento en que dijo el maestro que teniamos que seguir.

Seguimos caminando entre senderos bovinos, atravezando mezquites y arbustos espinosos, hasta parar al canal de un arroyo casi seco. Debo decir que el lugar era distinto a lo que estaba acostumbrado de ver, lo mas que se le parecia era a las caniadas a las que frecuentaba subir en el Cedral. Pero esto era un canal rocoso, cabe decir que su cauce era evidente, debio fluir gran cantidad  en otro tiempo, ahora yace con un cauce apenas activo. Por lo demas seguimos avanzando, y seguiamos viendo mas petrograbados. Mi amigo por supuesto estaba tomando mediciones y escalas de los petrogrados, el profesor nos seguia hablando del lugar y yo seguia admirando el desertico paisaje hasta que por fin llegamos. En cuanto al lugar, estaba repleto de petrograbados, algunos muy vistosos, otros con formas muy evidentes (como peyotes o astas de venados)

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Lecho del arroyo apenas visible su cauce en el canal rocoso


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Petroglifo de asta de venado

Hasta aqui llegamos a nuestro rumbo, paramos a comer y a hablar de algunos menesteres. La salida valio la pena a pesar de que el camino no era del todo transitable en algunas partes. Debo decir que fue emocionante estar en un complejo de lomerio y montaña. Tambien agrego que por muy experimentado que seas, es muy facil perderte por este lugar, especialmente si vienes la primera vez, ya que las formas de las montañas y lomas son muy parecidas, tienes que ir con un guia para para mayor seguridad. Por lo demas es un lugar que debio tener una serie de desenlaces historicos, ahora solo queda sus ruinas y petroglifos como los unicos testigos mudos de ese floreciente desarrollo.
Saludos!

atardecer


Bibliografía

  • Murray William B. 2007. Arte rupestre del noreste. Cornamentas y conteo en el arte rupestre del noreste mexicano. Fondo Editorial Gobierno del estado de Nuevo Leon. Pp. 87